15 de junio de 2015.
En una caminata por las aceras recién construidas de mi barrio, recordé el prodigio que lograron franceses y británicos hace poco más de 20 años, cuando culminaron el Eurotúnel bajo el Canal de la Mancha, el segundo túnel submarino más largo del mundo.
La obra es una maravilla arquitectónica. Mide 50,5 km de longitud, 39 de ellos submarinos, con una profundidad media de 40 mts. Consta de 2 túneles ferroviarios, 1 central más pequeño y 245 pasarelas de cruce. Desde Folkestone en el sureste de Inglaterra y Coquelles en el noroeste de Francia, en diciembre de 1987 partieron 12 excavadoras que avanzaban 75 metros por día. Además de perforar, extraer 36,000 toneladas de roca y mantener a raya el agua, las máquinas fueron revistiendo las paredes con un millón de toneladas de hormigón. 4.000 obreros de cada lado trabajaron presionados para terminar en la fecha pactada ambas excavaciones, que se tenían que encontrar a mitad de camino, a 19 kms de cada costa. En 1990, tras 5 años de excavación y construcción, a 100 m de que se toparan los 2 túneles, se detuvo la obra para verificar el alineamiento. Existía la preocupación de que, por algún error en el proyecto o en los trabajos, no coincidieran en el centro. Lo asombroso es que los 2 túneles se encontraron con un desajuste de apenas 35 cm.
Para acatar las regulaciones municipales, después de 50 años sin aceras los vecinos del barrio donde vivo han comenzado a construirlas en el frente de sus casas. El resultado no ha sido en todos los casos un andén continuo y uniforme sobre el que los peatones podemos caminar despreocupados, con la vista en el horizonte y no en el piso, y las sillas de ruedas y los coches de bebé ruedan sin problema. Las que me tienen escribiendo estas líneas son 2 franjas de concreto en propiedades contiguas; una fue trazada y construida a lo largo del borde el caño y la otra al menos medio metro hacia adentro; es decir, no están alineadas. Y no sé si por desidia o para disimular el no alineamiento, no fueron llevadas hasta el lindero entre una y otra propiedad; en consecuencia, entre la terminación de una acera y el comienzo de la otra, hay un metro de zacate. En total, ambas superficies no superan los 60 metros de longitud, y tienen poco más de un metro de ancho. Pero estos 2 vecinos y sus albañiles no fueron capaces de acoplarlas para habilitar la importante función social por la que existen las aceras.
La maravilla del Eurotúnel va más allá de la ingeniería; se deriva del hecho de que el Canal de la Mancha era el símbolo por excelencia de la separación entre Gran Bretaña y el continente europeo. Cuando se acordó la construcción, la prensa de ambas márgenes del Canal pronosticó que el túnel derribaría las barreras psicológicas que persistían entre franceses y británicos tantos años después del “Entente cordiale”, el tratado de no agresión y regulación de la expansión colonial firmado entre ambos países en 1904 para finiquitar siglos de conflictos en sus relaciones. Probablemente no ha sido totalmente así, pero sí hubo de ambas partes la capacidad suficiente para ponerse de acuerdo en el diseño y la ejecución conjunta de una de las obras más complejas de la arquitectura y la ingeniería mundiales.
El Eurotúnel fue financiado y construido sin intervención estatal, por empresas privadas de ambos países, a cambio de la concesión de su rendimiento hasta 2052. A pesar de la utilidad pública de la obra, la conservadora Margaret Thatcher y el socialista François Mitterrand se pusieron de acuerdo en que no se usaría “ni un penique de dinero público” en la construcción del túnel. Más de 100 millones de acciones en manos de 320,000 accionistas la hicieron posible.
En mi barrio, los responsables de las aceras entrecortadas hablan el mismo idioma y viven separados solo por una pared. Como tantos vecinos, quizás han tenido algunos roces usuales en las relaciones de colindancia y pareciera que no han llegado a un “entente” suficientemente cordial para lograr acuerdos sobre el alineamiento y la unión de sus aceras. Lo que hicieron fue cumplir la ley mínimamente, sin capacidad de coordinación ni sentido de comunidad.
Debido principalmente a la complejidad técnica del proyecto, el costo final del Eurotúnel fue 3 veces mayor de lo presupuestado. Desde su inauguración ha tenido varias vicisitudes que provocaron pérdidas financieras y enfrenta la competencia de los vuelos de bajo costo. Sin embargo, la mega obra ha superado el bache económico y se considera un ejemplo para la gerencia de proyectos por el exitoso manejo de riesgos e imprevistos.
Tengo la impresión de que las aceras desalineadas y discontinuas de mis vecinos son la metáfora arquitectónica de la desconfianza y la escasez de diálogo que predominan en todos los ámbitos de la sociedad costarricense, que nos impiden tomar oportunamente las decisiones para transitar con fluidez hacia el desarrollo. La capacidad de entendimiento y de ejecución conjunta mostrada por las múltiples partes involucradas en la construcción del Eurotúnel podría servirnos de inspiración.
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