Han pasado muchos días y otros eventos noticiosos importantes desde que el dentista Gamboa Montes de Oca se creyó con derecho de ofender de la forma más grotesca a la diputada Ivonne Acuña dentro de las cuatro paredes de Facebook, y desde que dos turistas extranjeras fueron abusadas sexualmente y asesinadas en la playa. Entonces, este artículo podría parecer desactualizado. Pero no lo está, porque la violencia psicológica, social, patrimonial, política y física se ejerce diariamente contra las mujeres en todos los ámbitos: en sus hogares, en el colegio, en las calles, en las redes sociales, en vacaciones, en el trabajo y en la vida pública. Es un problema de perenne actualidad.
Ivonne Acuña no ha sido la única víctima de acoso político visible. Hace poco comentamos ese tema a propósito de la intimidación de Melvin Núñez contra su compañera de fracción Floria Segreda y la legisladora Paola Vega es constantemente ofendida en redes sociales por quienes no comparten sus posiciones. ¿Cuántos casos más de acoso político sufren diputadas, regidoras, alcaldesas y vicealcaldesas, ministras y viceministras, etc., que no salen a la luz? ¿Cuántas mujeres que aspiran a ocupar cargos de elección en los próximos comicios están enfrentando y enfrentarán actos intimidatorios para que desistan de su objetivo? ¿Cuántas sufren esa hostilidad dentro de su partido político o incluso de su mismo entorno familiar? En un artículo publicado en este medio el 17 de julio describí los retos y las diversas formas de agresión, documentadas mundialmente, que sufren aquellas que osan entrar en esa cancha que muchos creían que era exclusivamente masculina: la política.
Pero también son agredidas en el entorno que debería ser el más seguro: el hogar. Desde 1996, Costa Rica cuenta con la Ley Contra la Violencia Doméstica, que ofrece herramientas a las madres, niños, personas mayores, discapacitadas y víctimas de violencia en relaciones de pareja, para solicitar medidas de protección a su vida, integridad y dignidad. Entre el 1° de enero de 2010 y el 31 de diciembre de 2017, fueron solicitadas un total de 384,112 medidas de protección, con un promedio de 132 solicitudes por día, la mayoría presentadas por mujeres, según el Observatorio de Género del Poder Judicial.
Miles de niñas menores de 17 años conviven en relaciones impropias con hombres mucho mayores, lo cual las coloca usualmente en posición de sometimiento y afecta negativamente su futuro por la alta probabilidad de embarazarse a temprana edad y abandonar sus estudios, lo que a su vez reduce sus oportunidades de ingresos y de calidad de vida. Recientemente nuestro país aprobó la Ley de Relaciones Impropias; esperamos que en un plazo razonable la ley incida en la reducción de ese tipo de relaciones.
Aunque en Costa Rica el femicidio es legalmente reconocido y castigado desde 2007, en promedio más de 2 mujeres han sido asesinadas por mes desde entonces. Sólo este año, el Observatorio registró hasta el 27 de julio de 2018, 9 femicidios más 6 femicidios ampliados si sumamos los de Mar Mathus y Arantxa Gutiérrez (los ampliados incluyen asesinatos de mujeres por género cuando no hay matrimonio o unión libre, como en el noviazgo, después de un divorcio o rompimiento de una unión de hecho, o en el ámbito público a raíz de un ataque sexual, etc.)
Las estadísticas de Violencia Sexual del Observatorio llegan al 2016. Según esos datos, desde 2003 han crecido continuamente los delitos sexuales. Solo en 2016, 9626 niñas y mujeres fueron víctimas de algún tipo de delito sexual. No es audaz pensar que las estadísticas de 2017 y 2018 mostrarán un cuadro aún peor.
¿Cómo explicar tanta violencia a pesar de la existencia de múltiples leyes para prevenir y castigar las diversas formas de agresión contra las mujeres? ¿Por qué el desempleo femenino es mayor que el masculino, por qué seguimos recibiendo menor paga por el mismo trabajo, por qué hay tan pocas mujeres en los puestos más altos de las empresas, por qué la paridad electoral sigue siendo criticada y saboteada aun cuando hay un marco legal que establece la igualdad de derechos?
Leyes como las aquí citadas son fundamentales, pero no suficientes. Aún más, pueden darnos la falsa ilusión de que la igualdad y la seguridad son un hecho consumado, fenónemo que la psicóloga e investigadora argentina Virginia García Beaudoux bautizó como el techo de nirvana.
Según dicha experta cada vez que se alcanza un reconocimiento legal que favorece a las mujeres, la sociedad tiende a asumirlo como un techo, como un máximo, en vez de verlo como un piso sobre el que hay que construir las transformaciones culturales, sociales y económicas que le dan contenido al avance formal. En consecuencia, puede generarse un letargo sobre las acciones tendientes a garantizar más derechos, a derribar estereotipos, a transformar hábitos patriarcales hondamente arraigados y a reclamar más espacios de participación.
Un posible ejemplo de techo de nirvana es que hayan pasado más de 3 décadas desde la histórica aprobación de la Ley de Igualdad Real de la Mujer y de la reforma electoral que estableció la obligación de garantizar 40% de participación femenina en elecciones internas, estructuras de decisión de los partidos y elecciones nacionales, antes de que alcanzáramos paridad real en el Congreso, este 2018. Para García Beaudoux, igualmente sucedió en Argentina luego de que a principios de los años 90 se logró la aprobación de una ley de cuotas femeninas de 30%, pues pasaron cerca de 30 años para la representación legislativa paritaria. En ambos países, la paridad aún no se ha logrado en otras esferas sociales y políticas.
El antídoto más eficaz contra los techos de nirvana es identificar lo que aún hace falta y corregirlo con políticas públicas oportunas: concientizar sobre los estereotipos que degradan y cosifican a las mujeres, promover la corresponsabilidad parental y en las labores domésticas, la educación que siembre igualdad, la atención médica especializada, etc. Por otra parte, la construcción de redes de mujeres de forma transversal, por encima de credos religiosos y políticos, es fundamental para lograr los objetivos comunes. Precisamente el esfuerzo colaborativo sostenido durante varios años por legisladoras de todos los partidos junto con movimientos sociales femeninos, provocó en México y en Bolivia las reformas que permitieron alcanzar la paridad legislativa a pesar del arraigado machismo. Pero de nuevo, la igualdad en la representación política en Argentina, México, Bolivia y Costa Rica no es más que otro techo de nirvana que debemos romper mediante una transformación cultural profunda, cuyos efectos alcancen todos los ámbitos de la convivencia social. En esto todo cuenta: no hay broma, mensaje o meme inocuo, todo permea e intoxica; la transformación empieza dentro de cada uno de nosotros y se refleja en nuestra convivencia.
Solo así, las mujeres podremos aspirar a y ejercer cualquier cargo sin sufrir intimidación ni represalias, nuestro trabajo será retribuido equitativamente, tendremos las mismas oportunidades de surgir profesionalmente, y podremos vivir y caminar tranquilas por cualquier calle y cualquier playa. La protección legal no es un techo, es un piso sobre el que debemos construir una sociedad 100% igualitaria y segura.
12 de agosto de 2018.
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