Excelentísima
Señora Constitución Política de Costa Rica:
¡Hoy estás de cumple! Te escribo con café en mano, como buena tica, para celebrar los 75 años de orden y paz que le has dado a Costa Rica. ¡Sí, con lo bien que te ves nadie diría que ya tenés 75! Sin embargo, y perdoname por ser tan directa, a alguna gente le parece que estás envejecida y hasta que habría que eutanasiarte. Nunca faltan ocurrentes, pero así es la democracia: somos libres de decir lo que pensamos porque vos, precisamente vos, nos protegés y garantizás que las decisiones de la mayoría, no las ocurrencias, sean las que prevalecen.
Es cierto que al amparo de tu marco normativo se han cometido algunos abusos y excesos; pero no nos equivoquemos: la mayoría no han sido culpa tuya, sino de las personas de carne y hueso que a veces se aprovechan del libre albedrío del que gozamos en este vergel bello de aromas y flores. Por ejemplo, no sos vos, es el aparato estatal el que necesita depilación láser y hasta liposucción; no son tus artículos, sino los partidos políticos, los que requieren facelift, bótox, calcio y otros suplementos para ganar fuerza y credibilidad. No sos vos, sino decenas de leyes y reglamentos los que nos tienen fregados y medio paralizados.
Francamente, me parece que has sobrellevado tu edad con decoro y consistencia. ¡Apenas si has requerido unos cuantos retoques a lo largo de estos tres cuartos de siglo! De hecho, has mostrado la suficiente inteligencia y nobleza para actualizarte cuando ha sido necesario, e indudablemente necesitarás otras mejoras, pero tu esencia democrática liberal es imperecedera, y es de sabios no cambiar lo que funciona bien.
Al acercarse tu cumpleaños he estado reflexionando sobre por qué tengo tanto que agradecerte. Sos ejemplo de sabiduría. Me enorgullece que, pesar de ser hija de los vencedores de una guerra civil, y a diferencia de otras colegas tuyas nacidas de postguerras, supiste rescatar y robustecer los buenos legados del pasado. Por ejemplo, preservaste la visionaria y fundamental reforma social gestada en la década anterior a tu promulgación; así, las garantías sociales sentaron las bases del desarrollo humano del país y nos trajeron cohesión y paz social. Fuiste muy equilibrada al imponer al Estado la obligación de estimular y organizar la producción y a la vez ordenarle que procure un adecuado reparto de la riqueza. Consagraste la inviolabilidad de la propiedad privada y también la función social de la propiedad, todo con la debida certeza jurídica.
Gracias a vos varias generaciones de costarricenses hemos vivido sin ejército. Te agradezco en el alma no tener que preocuparme por perder a un hijo o a un nieto en una batalla. Esa sabia decisión nos ha permitido invertir en salud y en educación lo que otros países gastan en armas, en pomposos desfiles, riesgosos ejercicios militares y guerras absurdas.
De hecho, te has preocupado tanto por el futuro de nuestros niños, niñas y jóvenes que obligaste al Estado a garantizar el acceso gratuito a educación desde el kínder hasta la secundaria. También comprendiste el valor supremo de la educación superior y de la universidad pública, al asegurar el acceso a la educación superior para quienes no tengan los recursos. Le diste el máximo rango a la autonomía universitaria con lo cual pusiste la reflexión, la investigación y el conocimiento al servicio de la sociedad y certificaste la libertad de pensamiento, factor cardinal de la salud democrática.
Es encomiable que desde tu nacimiento creaste el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), motivo de envidia de muchos países, el cual nos ha garantizado que nadie pueda entorpecer la libertad del sufragio ni empañar su transparencia. Luego tuviste la sensatez de darle al TSE el mismo rango e independencia de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, lo que le agregó independencia y fortaleza a esa egregia institución.
Nos vacunaste contra abusos de poder como los que se dan en países con presidencias demasiado fuertes, pues le diste a la Asamblea Legislativa varios instrumentos de control político que no tenía antes de 1949; también creaste la Contraloría General de la República que fiscaliza el uso de los fondos públicos y contribuye al control político y ciudadano. Además, con la instauración del Servicio Civil acabaste con la vieja maña de quitar y poner funcionarios como premio o castigo político; eso permitió la estabilidad y profesionalización de la planilla del Estado.
Has mostrado un compromiso continuo con los derechos de todas las personas, independientemente de la raza, el género, la edad y las diferentes capacidades que tengamos. A fines de los años 80, como las democracias más modernas, creaste la Sala IV para proteger la dignidad, las libertades y los derechos consagrados en tus artículos. Fuiste bastante pionera al amparar el derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. ¡Sos tan progre que declaraste a Costa Rica multiétnica y pluricultural!
Dejé para el final lo más importante. Me refiero al super poder que le diste a la mitad de la población que durante siglos fue ninguneada: nos diste a las mujeres el derecho a votar, a ser electas y a ejercer otro montón de libertades concomitantes. Decime la verdad, ¿te diste cuenta de que estabas desencadenando la mayor revolución de la historia de Costa Rica? En estos 75 años no solo hemos votado, ¡sino que también hemos llegado a la presidencia de los cuatro Poderes de la República y de casi todas las instituciones autónomas -que por cierto también creaste vos-! Espero que hayás notado que la mayoría de nosotras te lo hemos agradecido acudiendo a las urnas incluso en más cantidad que los hombres y participando en la política a todos los niveles. De paso te cuento un dato que sé que te agradará: diversos estudios muestran que las mujeres tenemos mayor influencia que los hombres en la orientación política y las decisiones de voto de nuestros hijos.
Por fa no te me pongás creída por todas las flores que te he echado; la vanidad nunca es buena consejera. Con todo respeto te digo que no sos perfecta. Te convendría someterte a un par de cirugías de calado mediano, no de tipo estético, sino para fortalecer tu salud y la de nuestra democracia. Sugiero que revisés el sistema electoral y el tamaño de la Asamblea Legislativa, por citar un par de reformas que servirían para fortalecer la representación política y la calidad de las políticas públicas que se emiten en Cuesta de Moras. Podrías crear la carrera parlamentaria, revisar el monto del financiamiento a las campañas políticas y reducir el quórum para abrir las sesiones legislativas.
No he sido exhaustiva pero no quiero extenderme más, pues tenés por delante un día ocupado. Cierro esta felicitación agradeciéndote por la estabilidad democrática que nos has dado a pesar de varias crisis económicas, desastres naturales, una pandemia y los múltiples cambios que han sufrido el país y el mundo durante este tiempo. Con incondicional lealtad a Costa Rica has sobrevivido, sin perder el norte, a las personalidades variopintas, algunos exabruptos y distintas ideologías de 18 presidentes y 1 presidenta, y a los contrastantes modelos de desarrollo implementados por sus gobiernos.
Precisamente por la buena madera de que estás hecha, seguís teniendo vigencia en una realidad cada día más volátil. Sos una leyenda viviente y uno de los principales motivos por los que me enorgullezco de ser tica. Esta patria es maravillosa en gran parte gracias a vos y espero que las futuras generaciones te sepan apreciar (sí, sé que estás pensando que para eso debemos mejorar la educación cívica en escuelas y colegios y elevar el nivel del debate público…, te juro que estoy haciendo lo que puedo en ese sentido).
Me despido deseándote una larga y vigorosa vida. ¡Salud, querida Constitución Política, y que vivan siempre el trabajo y la paz!
Artículo publicado en La Nación, el 6 de noviembre de 2024.
Otros artículos de la autora sobre democracia:
De la adolescencia a la madurez democrática.
0 comentarios